Cover Mockup

CHRISTIAN DIOR PARFUMS COLLECTION, PARIS, © CHRISTIAN BÉRARD

EL IRRESISTIBLE Monsieur Bébé

LA GRAN AFINIDAD EXISTENTE ENTRE CHRISTIAN BÉRARD Y CHRISTIAN DIOR ES EL TEMA DE UN LIBRO EXTRAORDINARIO DE LAURENCE BENAÏM, PROFUSAMENTE ILUSTRADO Y PUBLICADO POR LA EDITORIAL GALLIMARD. CHRISTIAN BÉRARD, PINTOR Y CÓMPLICE INCLASIFICABLE, FUE PARA EL MODISTA UN GRAN APOYO Y UNA VALIOSA FUENTE DE INSPIRACIÓN, Y ESTE VOLUMEN ASÍ LO ATESTIGUA. POR BORIS BERGMANN.

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PHOTOGRAPH BY LOUISE DAHL-WOLFE © CENTER FOR CREATIVE PHOTOGRAPHY, ARIZONA BOARD OF REGENTS

Lo primero que llama la atención es la silueta, porque no pasa desapercibida: cabello alborotado, barba rojiza y abundante, sonrisa luminosa. Tiene la ropa manchada, llena de marcas de pintura o pastel. Detrás, como una sombra igualmente hirsuta, un perrito –se llamaba Jacinthe– lo sigue muy de cerca; ahí estaba siempre, en estrenos, desfiles de Alta Costura, en el taller o en los cabarés de moda. Así podría resumirse el retrato del artista Christian Bérard, que fue un todoterreno con un talento fuera de lo corriente y un hombre mundano de perspicacia incomparable.
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DIOR HERITAGE COLLECTION, PARIS, © CHRISTIAN BÉRARD

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© EUGENE KAMMERMAN/GAMMA-RAPHO

«Bébé», como le llamaban sus amigos, nació en el seno de una familia burguesa que le animó muy pronto a iniciarse en las bellas artes. En 1920 entró en la academia Ranson. Influido por Édouard Vuillard y Maurice Denis, aprendió a pintar y viajó por Italia en busca de la belleza… Su pintura iba en dirección opuesta a las exploraciones vanguardistas, como el cubismo, que criticaba así: «Nunca me ha interesado lo que le pueda suceder a una guitarra partida en cuatro». Se intentó asociarle al grupo de los neohumanistas, pero Bébé tenía un estilo propio de escenas oníricas, personajes fantasmales y ruinas soñadas. Inventaba paisajes, trampantojos y frisos. 

En París todos querían tenerle a su lado. El gran decorador Jean-Michel Frank le encargó el diseño de unos biombos pintados que hicieron furor. Después, el teatro le abrió sus puertas. Christian Bérard trabajó con Jean Cocteau y con Louis Jouvet, quien lo describió como «un arcoíris andante». Bérard, fascinado por los ballets rusos de Diaghilev –de los que fue secretario su amigo Boris Kochno–, creó escenografías inconformistas. Trabajó para las obras más destacadas de su tiempo: La máquina infernal de Jean Cocteau, La loca de Chaillot de Jean Giraudoux o Las criadas, de Jean Genet. Hubo también hueco para los clásicos, como el Don Juan o La escuela de las mujeres de Molière. También Roland Petit acudió a él para sus ballets, y el cine, nuevamente con Cocteau, llamó igualmente a sus puertas: Christian Bérard es el celebrado autor de los decorados y el vestuario de La bella y la bestia de 1946, incluida la famosa máscara del monstruo que llevaba Jean Marais.

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© BORIS LIPNITZKI/ROGER-VIOLLET

Con tales antecedentes, la moda no podía permanecer ajena a los éxitos de Bébé. A principios de los años treinta empezó a colaborar con Harper’s Bazaar; siguió Vogue, de la que se recuerda especialmente la portada del icónico número fuera de serie publicado en Francia justo después de la liberación del dominio nazi: un barco azul, blanco y rojo –los colores de la bandera francesa– avanzando hacia el sol, portador de los deseos de toda una generación. Sin embargo, su vínculo más intenso con la moda estaba a otro nivel: su relación casi fraterna con Christian Dior. En su último libro, Christian Dior / Christian Bérard. La mélancolie joyeuse, la periodista y escritora Laurence Benaïm estudia aquella gran amistad. No se trata de una biografía clásica dedicada a dos personas, sino de la historia real de los innumerables encuentros entre dos figuras extraordinarias, dos creadores que nunca dejaron de acompañarse y ser mutua fuente de inspiración. Aparentemente, tenían poco en común: el extravagante y sensible Bébé contrasta con el discreto y misterioso Monsieur Dior. Sin embargo, el flechazo estético entre ambos surgió de inmediato. En los años treinta, Christian Dior era socio de la galería de arte Pierre Colle, donde las obras del joven Bérard se expusieron junto con las de Dalí, Picasso y Matisse. Dior acompañaba frecuentemente a Bébé en las locas noches parisinas. A Dior le gustaba la energía de su amigo, de quien también apreciaba sus gustos y franqueza.
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PHOTOGRAPH BY LOUISE DAHL-WOLFE © CENTER FOR CREATIVE PHOTOGRAPHY, ARIZONA BOARD OF REGENTS

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© ASSOCIATION WILLY MAYWALD/ADAGP, PARIS, 2023

Cuando Monsieur Dior emprendió la gran aventura de crear una casa de costura que llevara su nombre, Christian Bérard asistió como espectador privilegiado a todo el proceso. En las pruebas estaba ahí, siempre con palabras de ánimo. En el desfile que consagró mundialmente al New Look fue de los primeros en declarar la genialidad de Christian Dior, a quien siempre apoyó incondicionalmente. La amistad, tan estrecha, se materializó cuando Monsieur Dior pidió a Bébé que decorara la primera tienda de su Maison, llamada Colifichets y situada en el propio 30 Montaigne. Fue Bérard quien recomendó forrar con tela de Jouy aquella tienda inaugural, y el estampado de ese tejido clásico pasó pronto a ser uno de los códigos de la Maison. «Entre el aparente desorden, creó la vida», escribió el modista hablando de su amigo, «componedor de todas las fiestas y de todas las elegancias».

Es más: entre los colores de la colección otoño-invierno 1947, Monsieur Dior decidió que un marrón rojizo se llamaría «Barba de Bébé», referencia directa a la barba pelirroja del pintor.
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© Roger Berson/Roger-Viollet

El color estaba por todas partes: en un traje de noche de raso, un vestido de gala, un abrigo, un traje sastre de tweed, un conjunto de lana... Era como si Christian Dior plasmara su afecto por su compañero de toda la vida en su obra, en la urdimbre de los tejidos que solo él sabía manejar a la perfección.

En su libro, Laurence Benaïm rastrea verdades secretas y recuerdos enterrados. No se fija solo en lo mucho que resplandecían sus personalidades; también muestra sus errores, sus dudas y sus miedos. Indaga también en los sueños y las esperanzas que surgen en la infancia. En el París de los artistas, desde los años locos hasta la liberación, dos personas increíbles, dos destinos, se encontraron frente a frente, dos Christian unidos para siempre en nombre de la pasión por el arte. Bébé y Monsieur Dior, talento en estado puro. Nunca estuvieron tan unidos, tan cerca uno del otro.
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«COMPONEDOR DE TODAS LAS FIESTAS, DE TODAS LAS ELEGANCIAS, CHRISTIAN BÉRARD, NUESTRO QUERIDO BÉBÉ DE GUSTO INFALIBLE, VENÍA PARA (…) RESPIRAR EL AIRE DE LA COLECCIÓN QUE SE ESTABA PREPARANDO. (…) ESPERÁBAMOS CON ANHELO SU VEREDICTO».

– CHRISTIAN DIOR

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