DIOR Y JAPÓN

ENTRE FASCINACIÓN
Y REINVENCIÓN

LA MAISON, QUE COMPARTE CON JAPÓN EL GUSTO TANTO POR LA VANGUARDIA COMO POR LA TRADICIÓN, HA ESTABLECIDO CON EL PAÍS NIPÓN UNA RELACIÓN PRIVILEGIADA. PARA CHRISTIAN DIOR, EL PAÍS DEL SOL NACIENTE FUE DESDE LA NIÑEZ UNA TIERRA ELEGIDA A LA QUE NUNCA DEJÓ DE ENSALZAR. ASÍ FUE COMO SE CONVIRTIÓ EN EL PRIMER MODISTA EUROPEO QUE INFLUYÓ EN LA MODA JAPONESA. POR LUCIE ALEXANDRE.

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© INTERCONTINENTALE/AFP

«La escalera estaba decorada hasta el techo con grandes paneles pintados a partir de estampas japonesas. Aquellas interpretaciones de Utamaro y Hokusai eran mi capilla Sixtina. Me pasaba horas contemplándolas…», explica el diseñador en sus memorias cuando describe la planta baja de villa Les Rhumbs, la casa de su infancia en Granville. La belleza y la extrema precisión de aquellas imágenes le subyugaba, el exotismo de pagodas, aves y flores representadas le apasionaba; ya entonces sentía una profunda admiración por la riqueza cultural del archipiélago nipón.

Acudió a esas fuentes de inspiración a lo largo de toda su vida, temporada tras temporada. Por ejemplo, para la línea otoño invierno 1952 Christian Dior-New York dio a uno de sus vestidos el nombre de Tokio. Un año después creó un conjunto de Alta Costura primavera-verano 1953 llamado Jardin japonais, en el que se repite el motivo de un ave sobre un cerezo en flor. Al año siguiente diseñó un traje de brocado japonés bautizado Outamaro, confeccionado con tejidos procedentes de un prestigioso taller de telas artísticas de Kioto, la casa Tatsumura Textile.

Monsieur Dior, visionario, captó la importancia de proyectar el destino de su Maison traspasando fronteras. Impulsó las relaciones con Inglaterra y Estados Unidos; también, rápidamente, estableció un vínculo privilegiado con Japón, país con el que compartía el sentido de la excelencia y el arte del detalle. En 1953 se convirtió en el primer diseñador occidental que ofreció sus colecciones a aquel país y estableció importantes colaboraciones con las casas Daimaru y Kanebo. La Maison Dior concedió licencia a ambas firmas para que confeccionaran modelos a partir de los patrones que proporcionaba el número 30 de la Avenue Montaigne; se adaptaban al gusto de las mujeres japonesas, que hicieron suyo el estilo Dior sin distanciarse de una visión respetuosa de las costumbres, pero con la mente volcada decididamente hacia la modernidad. Aquella alianza virtuosa reflejaba el amor de Monsieur Dior por los tejidos japoneses, reconocidos por su savoir-faire excepcional.

En noviembre del mismo año, la línea otoño-invierno 1953 se presentó en Tokio, Osaka, Kioto y Nagoya; fue la primera vez que una casa de costura presentaba un desfile en el país del sol naciente. Desde entonces, Dior cuenta con el apoyo inquebrantable de sus clientes japonesas, fieles amigas de la Maison convertidas en fervientes embajadoras.

El año 1958 supuso la consagración de aquella unión: Dior diseñó los tres trajes que lució en su boda civil la princesa Michiko, futura esposa del entonces príncipe heredero Akihito, celebrada el 10 de abril de 1959. Seis años después, Marc Bohan eligió Tokio y Osaka para presentar las siluetas de la colección otoño invierno 1964. Más adelante, magnificando ese inagotable fervor, John Galliano se inspiró en la ópera de Giacomo Puccini Madame Butterfly, cuya acción se desarrolla en Nagasaki, para el diseño de la colección Dior de Alta Costura primavera verano 2007. Sobre un fondo con ramas de cerezo en flor se desvela un precioso traje bordado de gazar rosa adornado con minuciosos pliegues que evocan la técnica del origami, así como un abrigo de lino orlado con un estampado basado en La gran ola de Kanagawa, de Hokusai. Loto, aves, libélulas y nenúfares se despliegan por kimonos, faldas o suntuosos vestidos ajustados, realzados con infinidad de bordados.

El exuberante imaginario desplegado en la colección Dior de Alta Costura primavera-verano 2017 se presentó primero en París y, unas semanas después, en Tokio. Para aquel desfile, Maria Grazia Chiuri elaboró nueve nuevos modelos, variaciones contemporáneas del vestido Jardin japonais de 1953. Dando continuidad a estas maravillosas afinidades, en una colaboración con Hajime Sorayama, en 2018 Kim Jones presentó su primer desfile en la Maison con la colección pre-fall 2019, en el atrio del Telecom Center Building.

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© ASSOCIATION WILLY MAYWALD/ADAGP, PARIS, 2025

La atracción que ejercía sobre Christian Dior la tierra del sol naciente también se manifestó en el universo de la perfumería. En 1949, el modista pidió a René Gruau ilustraciones para la fragancia Miss Dior, y este creó una serie de carteles inspirados en los grabados japoneses. La botánica nipona inspira también varias fragancias de La Collection Privée Christian Dior, como Sakura, con notas de flor de cerezo, o Rose Kabuki, que traslada sutilmente el ambiente del teatro tradicional.

La fascinación por Japón se puso también de manifiesto en extraordinarios encuentros culturales, como The world of John Galliano & Tadao Ando en el Kobe Fashion Museum en 1999, que fue la primera exposición de Dior en Japón; el arquitecto japonés Tadao Ando estuvo a cargo de la escenografía; otro ejemplo es el proyecto itinerante Lady Dior As Seen By, que recaló en Tokio en 2012.

Un elemento destacado que exacerba aún más el fuerte vínculo es Dior Lady Art, un concepto lanzado en 2016 que dio carta blanca a Haruka Kojin, Kohei Nawa, Yukimasa Ida, Daisuke Ohba y Mariko Mori, artistas que se prestaron a participar en esas atrevidas metamorfosis. Uno de los puntos álgidos de esta sincera amistad fue la retrospectiva Christian Dior: Designer of Dreams en el MOT, el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio, tras el éxito obtenido en el Museo de Artes Decorativas de París. Comisariado por Florence Müller, ese acontecimiento de una amplitud sin precedentes ofreció un relato visual diseñado por Shohei Shigematsu, de la agencia OMA New York, como un homenaje a la cultura local. El recorrido expositivo puso de relieve el conmovedor diálogo entre Christian Dior y Japón, y a lo largo de sus salas invitaba a descubrir documentos de archivo inéditos, como cartas o figurines, así como prendas que desfilaron por las grandes ciudades niponas.

«LA ESCALERA ESTABA DECORADA HASTA EL TECHO CON GRANDES PANELES PINTADOS A PARTIR DE ESTAMPAS JAPONESAS. AQUELLAS INTERPRETACIONES DE UTAMARO Y HOKUSAI ERAN MI CAPILLA SIXTINA. ME PASABA HORAS CONTEMPLÁNDOLAS».

– Christian Dior

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© DIOR HERITAGE COLLECTION, PARIS

1 Una colaboración a largo plazo iniciada en 2023 con la inauguración del primer Café Dior en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de Kansai, en la bahía de Osaka.

Las poéticas fotos de Yuriko Takagi, autora también de las fotos del catálogo de la exposición, daban continuidad al recorrido presentando las creaciones de los Directores Artísticos que se han sucedido en la Maison. Como reflejo de esas conexiones plurales entre la estética japonesa y la de Dior, Ayumi Shibata hizo surgir de sus obras en papel un jardín encantado, como una invitación para adentrarse en un paréntesis onírico que remite al amor por la naturaleza que cultivaba Christian Dior.

En junio de 2024, la exposición Miss Dior: Stories of a Miss se presentó en el Roppongi Museum de Tokio: fue un fabuloso viaje inmersivo por la historia de ese perfume emblemático. Esta aventura singular, impulsada por la admiración mutua, dio un nuevo salto con la reapertura en 2022 de la imprescindible tienda House of Dior Ginza. En ese espacio mágico se inauguró en diciembre pasado el Café Dior by Anne-Sophie Pic1, donde esta chef con tres estrellas Michelin ha creado una carta completamente nueva que reinterpreta el legado de Dior.

Esta temporada, Dior ha escogido Kioto como destino de ensueño para el desfile de otoño 2025 creado por Maria Grazia Chiuri, un espectáculo único que se celebró en el jardín del emblemático Toji. Para la Maison ha sido la ocasión de renovar su compromiso con todas las formas de expresión artística apoyando el trabajo de Graciela Iturbide en el festival Kyotographie, un nuevo y emocionante capítulo en el punto de encuentro entre la tradición y el futuro.

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© YURIKO TAKAGI

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© DIOR HERITAGE COLLECTION, PARIS

Dior y Japón, una pasión ilustrada por Akiko Fukai, directora del Kyoto Costume Institute (KCI)

DIOR MAGAZINE: ¿Qué puede explicarnos sobre las prendas que se conservan en el Kyoto Costume Institute, y qué nos dicen acerca de la imperecedera pasión de Monsieur Dior por Japón?

AKIKO FUKAI: En la colección otoño-invierno 1947 Christian Dior presentó un abrigo largo de tafetán de seda azul cobalto que hoy conservamos en el KCI. La elegancia vaporosa de sus líneas suaves podría haber salido de un cuadro de Antoine Watteau. Como señaló Richard Martin, que comisarió la exposición en el Costume Institute del Metropolitan Museum of Art, esa prenda podría tener un paralelismo con los uchikake, los largos vestidos que tradicionalmente se llevan sobre el kimono en las ocasiones especiales. Podemos constatar esa influencia en muchos modelos creados por Monsieur Dior en las siguientes temporadas.

DM: En la colección Dior Otoño 2025, Maria Grazia Chiuri explora la relación entre el cuerpo y la prenda. En su opinión, ¿cómo se traduce esa relación en la moda occidental y la japonesa?

AF: El kimono japonés se caracteriza por sus formas amplias, ligeramente abstractas, que se adaptan tanto al vestuario femenino como masculino. Esa singularidad es lo que ha inspirado a la vestimenta occidental, permitiéndole distanciarse de las convenciones y adoptar una apariencia más libre sin descuidar la elegancia.

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