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© PIETER HUGO

UNA COLECCIÓN CON GARRA: HYLTON NEL

LAS PRENDAS QUE KIM JONES HA DISEÑADO PARA LA COLECCIÓN DIOR VERANO 2025 SE INSPIRAN EN EL UNIVERSO CREATIVO DEL CERAMISTA HYLTON NEL. EL RESULTADO ES UNA ODA MÚLTIPLE A LA ARTESANÍA Y AL SAVOIR-FAIRE. POR TANCRÈDE BONORA.

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© Pieter Hugo

En pleno desierto sudafricano, a seis horas de Ciudad del Cabo por carretera, hay una pequeña casa de color amarillo ocre. Esa casita, muy acogedora, es también el taller de Hylton Nel. Como en un gabinete de curiosidades, en su interior se despliegan figuritas de colores y retratos familiares en blanco y negro. Kim Jones, Director Artístico de las líneas masculinas de Dior, se desplazó hasta allí, en Klein Karoo, para conocer al artista, que vive rodeado de las estatuillas de madera que ha ido cosechando en sus viajes. Fascinado por la singularidad de las obras de Hylton Nel y siendo además él mismo un gran coleccionista de los artículos producidos por los Talleres Omega del Círculo de Bloomsbury, Kim Jones ha propiciado un diálogo creativo único entre costura y cerámica.

En París, la huella de Hylton Nel se percibía en muchos aspectos del desfile masculino de Dior verano 2025. Los modelos desfilaron por la catwalk ante los grandes ojos de sus emblemáticos gatos de cerámica, reproducidos para la ocasión en formato XXL. Grandiosos. Majestuosos. Enormes. El decorado sumergía al instante en una atmósfera onírica, un surrealismo acurrucado en un sueño dúctil. Los cortes y las curvas de la línea, escultóricas y depuradas, armonizaban extraordinariamente con las curvas y los colores vivos de los gigantescos gatos.

Culture - Portrait - Hylton Nel
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Culture - Portrait - Hylton Nel
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© Melinda Triana @hyltonnel  @stevenson_za

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© Pieter Hugo

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© Pieter Hugo

Hylton Nel, nacido en Zambia en 1941, pasó su infancia en una granja, rodeado de animales que hoy es fácil encontrar entre sus motivos recurrentes. Estudió Bellas Artes en la  ciudad sudafricana de Grahamstown. Luego viajó a Inglaterra, donde trabajó en un pequeño negocio de antigüedades. Desde entonces, sus creaciones –ya sean platos, cuencos, estatuillas o cualquier otra cosa– están impregnadas por aquella juventud pasada entre figuritas decorativas.

En 1970, cansado de los cielos grises y plomizos de Inglaterra, regresó a Sudáfrica, donde inicialmente fue profesor de cerámica y posteriormente de dibujo. A principios de los 90, la cerámica se convirtió en su principal interés. Empezó a dar libre curso a sus múltiples fuentes de inspiración, que van desde la pintura erótica de los antiguos jarrones griegos hasta la representación de gatos en el arte egipcio antiguo, pasando por la expresividad de las máscaras africanas. Su alfarería se volvió poética.

Este artista de la cerámica tiene una manía: le gusta que en cada una de sus obras figure el día, mes y año preciso en que fueron creadas. Esas fechas se convierten en hitos biográficos que nos dan pistas sobre su sensibilidad de cada momento: «Todo lo que he de decir está en esos platos». Una de las estatuas felinas que adornaron el decorado del desfile de Dior en París rezaba así: An elegant life, «una vida elegante».

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