FOTO SENSIBLE

LA GRACILIDAD
DE GRACIELA

A SUS 82 AÑOS, GRACIELA ITURBIDE ES UNA DE LAS FIGURAS EMBLEMÁTICAS DE LA FOTOGRAFÍA MEXICANA, UNA ARTISTA DE INMENSO TALENTO CUYA OBRA AÚNA MELANCOLÍA Y PROTESTA, COMPROMISO FEMINISTA Y POESÍA. NOS ACERCAMOS A ELLA CON MOTIVO DEL FESTIVAL KYOTOGRAPHIE, APOYADO POR LA MAISON DIOR. POR TANCRÈDE BONORA.

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© PORTRAIT OF GRACIELA ITURBIDE / COURTESY OF MARCO DELOGU

Un negro profundo y habitado. Un blanco liviano como el encaje. Un gris luminoso, como el cielo de tormenta cuando empieza a clarear. Graciela Iturbide no necesita más colores para transmitir la emoción de una mirada, el silencio de un quebranto o el grito de una protesta.

Reconocida como una de las grandes fotógrafas contemporáneas, es libre, independiente y feminista, y nunca, desde hace cincuenta años, ha dejado de documentar la frágil existencia de las comunidades ancestrales, de las mujeres y de los abandonados. A lo largo de su vida ha recorrido los caminos en busca «de la sorpresa en lo ordinario». De Cuba a Alemania del Este, pero sobre todo en su propio país, México, ha fotografiado lo íntimo y las tradiciones, los rostros y las sombras, las arrugas y los ritos.

Nacida en Ciudad de México en 1942 en el seno de una familia católica acomodada, Graciela se casó muy joven y tuvo tres hijos. A los 27 años se matriculó en la universidad de cine de México, donde conoció a Manuel Álvarez Bravo, considerado como el padre de la fotografía mexicana.

Se convirtió en su ayudante y soñó con ser directora de cine. Pero todo se vino abajo cuando su hija Claudia, con solo 6 años, falleció. El dolor del duelo la dirigió hacia una carrera más solitaria e introspectiva. A lo largo de un lustro, perseguida por la muerte, fotografió angelitos, niños muertos, que según la creencia tradicional van derechos al cielo.

Poco a poco desarrolló un estilo más intimista que anima a reflexionar sobre la identidad, la búsqueda de uno mismo o la condición humana. A mediados de los años setenta se acercó con su sensible mirada a los seris, un pueblo indígena de tan solo 500 personas que erraba por el desierto de Sonora, en el norte de México. Para sumergirse completamente en su cultura convivió varias semanas con ellos, en una existencia nómada a lo largo de la frontera con Estados Unidos.

En 1979, el pintor mexicano Francisco Toledo le dio a conocer un pueblo de Oaxaca dominado por mujeres: la comunidad zapoteca de Juchitán. Para Graciela fue una revelación, supuso un vuelco para su imaginario. Las mujeres que se pusieron allí ante su objetivo aparecen divinamente fuertes, soberanas y triunfantes, como Nuestra Señora de las Iguanas, una mujer de mirada regia portadora de un tocado formado por iguanas vivas. A lo largo de una década las visitó para inmortalizar esas figuras casi sobrenaturales; las imágenes están agrupadas en el mítico libro Juchitán de las mujeres*, reflejo de su compromiso feminista.

Entre Graciela Iturbide y la Maison Dior ha surgido una historia llena de fuerza, en línea con la voluntad de Maria Grazia Chiuri de ensalzar y destacar el trabajo y el talento de mujeres artistas de todo el mundo. En 2017 la fotógrafa mexicana fue la encargada de realzar, para la edición estadounidense de la revista Elle, la poesía salvaje y auténtica de los modelos de la línea crucero de Dior 2018 diseñados por la Directora Creativa de las colecciones femeninas de Dior.

Ese vínculo no solo ha tenido continuidad, sino que se ha ido estrechando con el paso de las temporadas. Como muestra de ello, para la edición mexicana de Vogue, Graciela Iturbide puso en escena los vestidos blancos que cerraron el desfile crucero de Dior 2024 diseñado por Maria Grazia Chiuri, un emocionante punto final que tuvo lugar bajo una lluvia torrencial. Aquellos vestidos-manifiesto, verdaderos lienzos en blanco convertidos en medios de expresión, constituían una parte fundamental de una actuación diseñada por Elina Chauvet en una nueva manifestación del proyecto Confianza. El resultado fue un pronunciamiento profundamente conmovedor.

En abril de 2025 Dior rinde homenaje al recorrido y a la obra emblemática de Graciela Iturbide con ocasión de la 13.ª edición del festival Kyotographie, cuyo tema central se resume en una sola palabra: Humanidad. Cerca de los panoramas coloridos de Martin Parr, donde los turistas descansan en la playa bajo la luz del sol, ella despliega un blanco y negro intenso y absoluto. Fotos llenas de sensibilidad, fieles a sus temas predilectos: las creencias, la religión y la muerte. Suponen una invitación para mirar de frente las revoluciones interiores y para poner de relieve la gracilidad de las mujeres.

* Juchitán de las mujeres, 1979-1989, RM Editorial, 2010.

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