| Pero algo es seguro: Christian Dior tenía grandes ambiciones, comparables con el inmenso afecto que sentía por su hermana Catherine, su musa, que fue además una heroína de la Resistencia.
Aquel perfume inaugural tenía que «oler a amor», según las palabras del modista y, además, hacer justicia a su alma creadora. Como Proust con su magdalena, Monsieur Dior conocía mejor que nadie el poder evocador de los olores; no en vano se inició en los secretos de las flores en la rosaleda de la villa Les Rhumbs, en Granville, un edén maravilloso creado por su madre venciendo los vientos embravecidos del canal de la Mancha.
Un jardín de ensueño creado por esa figura materna llamada Madeleine… como una evocación deliciosa al autor de En busca del tiempo perdido. El primer frasco de Miss Dior, «cortado como un traje sastre», contribuía a darle atractivo con su lazada de cola de golondrina, que lo vinculaba a sus orígenes de costura.
La interpretación de 2025 le rinde homenaje con una versión aún más exclusiva: la lazada es de otomán negro; el tapón, de cristal, y lleva además grabado en los cuatro costados el motivo de pata de gallo tan característico de la Maison. Para representar este Miss Dior Essence, ¿quién mejor que Natalie Portman, sublime embajadora de Dior? En una campaña rodada en los más cautivadores escenarios de París, la actriz encarna toda la audacia y modernidad de esta nueva miss ataviada con un corsé con cremallera y calzada con botas altas. La protagonista, con un aura rebelde y de innegable feminidad, recorre la Ciudad de la Luz con un espíritu libre. Así es como se la imagina Francis Kurkdjian, digno sucesor de Christian Dior; a ambos les enamoraron las mujeres con su energía magnética: «Mi Miss Dior Essence es el espejo olfativo de una feminidad decidida, un néctar amaderado y sensual, muy colorido y que se funde en la piel». |