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© RACHEL LAMB

Toda la excelencia de Escocia

Del número 30 de la Avenue Montaigne a las Islas Hébridas pasando por Dumfries y Galloway, el extraordinario diálogo entre Francia y Escocia tejido por Maria Grazia Chiuri para la colección crucero 2025 de Dior se ha puesto de manifiesto con colaboraciones que destacan la formidable pluralidad del savoir-faire tradicional. Guiados por la creatividad, la excelencia y la pasión, estos encuentros se antojan inevitables. Por Mathilda Panigada.

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«Los emblemas y costumbres de distintos condados se cruzan y entremezclan en la sucesión de siluetas».

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© Emily Macinnes, Johnstons of Elgin @johnstonsofelgin

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© Emily Macinnes, Johnstons of Elgin @johnstonsofelgin The London Embroidery Studio

Al escoger Escocia como nueva escala del itinerario de cruceros Dior, Maria Grazia Chiuri ha reafirmado su voluntad de impulsar nuevas conexiones entre las culturas del mundo a través de una relectura del legado de la Maison. La Directora Creativa, fascinada por la diversidad del patrimonio textil escocés –conformado por sus tradiciones, mitos y particularidades geográficas–, ha querido destacar esta tierra prolijamente imaginativa.

En el espléndido marco de los jardines del castillo de Drummond, la riqueza resultante de todos esos conocimientos compartidos se hizo patente desde la aparición de las primeras siluetas. Como no podía ser de otro modo, el tartán fue dueño y señor. Textil histórico y lleno de historias, generalmente asociado a los clanes que han forjado la imagen y la leyenda de Escocia, el tartán es también un símbolo de pertenencia y rebelión. Sus cuadros entrecruzados revisten una serie de vestidos encorsetados, trajes sastre con chaquetas entalladas, crinolinas reinventadas y cazadoras informales de encanto irresistiblemente posh.

La transcripción de ese mosaico creativo fue posible gracias a la maestría de Harris Tweed Hebrides, cuyos robustos tejidos de lana representan por sí solos gran parte de la riqueza vestimentaria de Escocia y dan testimonio de los relatos y costumbres de sus comunidades. Con sus técnicas centenarias, son los únicos tejidos regidos por una ley propia, la Harris Tweed Act de 1993, ilustrada por su sello distintivo: el orbe. Este sello extraordinario, prueba de autenticidad, garantiza también el respeto escrupuloso del proceso de fabricación: una vez teñidas e hiladas, las fibras de pura lana virgen se tejen a mano con telares mecánicos en los talleres artesanales situados, exclusivamente, en las islas Hébridas Exteriores.

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© Kirstin McEwan, Le Kilt @lekilt @sam_mccoach Glenisla Kilts

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© Kirstin McEwan, Le Kilt @lekilt @sam_mccoach Glenisla Kilts

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© Harris Tweed Hebrides

* Gracias a este organismo, la empresa controla el conjunto de los procesos de fabricación de sus creaciones.

Este relato textil hecho de transmisiones, transgresiones y celebraciones, sigue componiéndose con Johnstons of Elgin, una casa fundada en 1797, famosa por sus tweeds, que se especializa también en punto. El histórico taller de Elgin es una de las últimas fábricas totalmente verticales de Escocia*; allí, a partir de la materia en bruto, la empresa confecciona sus propios hilos, que luego teje, tiñe y transforma en prendas. Para el desfile ha creado un jersey adornado con el motivo Argyle, cuyos icónicos rombos se prestan a múltiples juegos virtuosos. Entre los maravillosos archivos de Johnstons of Elgin, Maria Grazia Chiuri ha escogido un mapa de Escocia que data de la década de 1930 y que se ha trasladado a una manta gracias a un procedimiento único que integra punto y bordado.

Los emblemas y costumbres de distintos condados se cruzan y entremezclan en la sucesión de siluetas. En Dumfries and Galloway la Directora Creativa estableció un diálogo sin precedentes con la casa Esk Cashmere. Esta empresa familiar situada en la orilla oriental del río Annan trabaja con cachemira e hilos Shetland explorando las variaciones de los puntos y cenefas clásicas características de la zona, como la indispensable Fair Isle, un patrón de tonos alegres e intensos procedente de la isla que le presta su nombre, realzado con colores que reflejan las tonalidades de la tierra, el mar y los elementos naturales que caracterizan el archipiélago. De este encuentro surge un jersey sin mangas con motivos hipnóticos al que se ha dado un sorprendente giro con la aplicación de un escudo que reproduce la foto de un suntuoso baile benéfico organizado en el hotel Gleneagles, donde Christian Dior presentó 172 modelos de la línea primavera-verano 1955.

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© Sophie Carre

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© Kirstin McEwan, Harris Tweed Hebrides @harristweedhebrides

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© Kirstin McEwan, Harris Tweed Hebrides @harristweedhebrides

«Regresa cada temporada con modelos que siempre resultan juveniles y alegres (…). El tejido tradicional es el de los kilts, con motivos y colores auténticos».

– Christian Dior

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© Sophie Carre

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© Sophie Carre

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© Sophie Carre

Por su parte, la joven diseñadora británica Samantha McCoach, fundadora de la marca Le Kilt, invitada por Maria Grazia Chiuri, ha diseñado una nueva falda basada en ese arquetipo del vestuario escocés. Se ha confeccionado en asociación con Lochcarron of Scotland, una de las últimas fábricas textiles de los Scottish Borders, con un tweed que combina el verde silvestre, el gris piedra y el marrón turba; ha dejado los orillos en bruto, plasmando así la faceta punk de esta prenda atemporal y mostrando de ese modo tanto su espíritu más formal como su carácter innegablemente subversivo. Esta interpretación singular realzada con los parches que ilustran el desfile de 1955 perpetúa, a un tiempo, la memoria de aquel momento destacado en la historia de Dior y los vínculos que unen a la Maison, Francia y Escocia.

Los detalles exquisitos de los complementos también llevan el sello de ese prestigio artesanal, como sucede con la boina Balmoral, un tradicional gorro de lana revisitado en una colaboración entre Stephen Jones y la casa Robert Mackie, fundada en 1845. En una interpretación increíblemente contemporánea de este emblema del siglo XVI que llevaban los regimientos escoceses, finalmente convertido en objeto de moda, se distingue por su casquete de una sola pieza que le da una forma perfecta, su cinta de punto y su icónico pompón, aplicado a mano, como remate maravilloso. Ha sido una increíble composición colectiva, en la que se aprecia toda la fuerza y excelencia textil de Escocia.

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