La colección crucero de Dior 2025 ideada por Maria Grazia Chiuri multiplica las referencias a la historia y tradiciones textiles escocesas; su presentación resonó como una carta de amor, un canto a esa tierra cautivadora, inagotable fuente de inspiración. El desfile fue como un manifiesto guiado por la figura de María Estuardo, entre romanticismo gótico y pulsiones irresistiblemente punks.
Teatral y maravillosamente bucólico, el esplendor de este escenario puso una nota distintiva en el desfile. Todo resultaba majestuoso, magnético, casi místico. Maria Grazia Chiuri quiso presentar la colección crucero de Dior 2025 en el castillo escocés de Drummond, nueva escala en la cartografía de ensueño con destinos que dan forma al legado de la Maison. El edificio de piedra gris que se alza en la campiña de Perthshire refleja con suntuosidad los siglos que ha visto pasar desde su construcción en el siglo XV. En la parte baja del recinto, distribuidos en terraza, los jardines de estilo francés actúan como un recordatorio de los indefectibles vínculos históricos, además de ofrecer un recorrido espectacular por sus paseos perfectamente estructurados entre macizos de rosas, lavanda hidcote y enebro, arce japonés, ciruelo rojo y ciprés, que con dos diagonales trazan la cruz de San Andrés, patrón de Escocia. Es un paisaje fabuloso, de frondosa belleza. En ese deslumbrante marco bañado en la luz del sol poniente, que aportó el toque definitivo de magia, la Directora Creativa de las líneas femeninas de Dior presentó 89 nuevas siluetas. El desfile, triunfal ejercicio de estilo, se abrió con acordes de gaita de la música Brìghde Chaimbeul, presagiando la virtuosa partitura que llegaría después. |
Las fuentes de inspiración, aunque plurales, no dejan lugar a dudas: para Maria Grazia Chiuri se trataba de destacar la historia de Escocia y la importancia de su cultura en los orígenes de la Maison1, al igual que sus oficios ancestrales; han surgido así varias colaboraciones creativas con Harris Tweed Hebrides, Johnstons of Elgin, Esk Cashmere, Robert Mackie y la marca Le Kilt. Además de una lectura inequívoca de las técnicas textiles locales, ha querido indagar en la personalidad de María Estuardo, personaje histórico al que Clare Hunter ha dedicado el libro Embroidering Her Truth: Mary, Queen of Scots and the Language of Power2, que explora la historia de aquella reina cautivadora a través del apasionante prisma del bordado. Las influencias de la medievalista han dado lugar a camisas con mangas abullonadas o mangas globo, faldas igualmente abullonadas de tafetán, voluminosas colas que regresan a los fastos de los trajes cortesanos y cuellos ricamente adornados con guipur. Vestidos de terciopelo o de encaje se realzan con abundantes y preciosos bordados que generan juegos de tejidos y transparencias de gran exquisitez, mientras que el estampado de un abrigo íntegramente bordado de perlas evoca los tapices de la Edad Media. El espíritu indomable de María Estuardo se hace patente a medida que en los modelos aparecen toques rebeldes. El léxico guerrero está representado por la cota de malla, presente en plastrones, boleros, vestidos ceñidos o crinolinas contemporáneas. El tartán, como no podía ser menos, protagoniza la colección. En distintos tonos de violeta, rojo y amarillo, una magnífica paleta de colores en línea con el esplendor vegetal de la campiña escocesa, el tartán se reinventa hasta el infinito para dar lugar a un guardarropa muy variado. No solo está presente en kilts de distintos largos, sino también en americanas y cazadoras, pantalones cortos y largos y en vestidos provistos de delicados flecos y enrollados alrededor del cuerpo que remiten a la indispensable manta escocesa. Todas esas interpretaciones son una forma de celebrar lo que dijo Christian Dior, que afirmó que el tartán es «sin duda el único tejido de fantasía que resiste a las modas3». |
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Este tejido legendario se despliega igualmente por corsés que ilustran una pulsión punk también presente en la línea. Con lazos, cremallera o remaches, el bustier se convierte en un complemento en toda regla que comparte la idea de una feminidad libre y conquistadora. Esta visión se refleja así mismo en cinturones que se ciñen al talle, imponentes botas provistas de muchas cinchas y gargantillas de cuero adornadas con amuletos. El icónico Saddle reaparece en una variante perfilada con tachuelas metálicas y una bandolera estampada con escudos que combinan símbolos heráldicos y códigos de la Maison. Detalle fundamental y sutil homenaje, el tradicional bolso sporran se realza para la ocasión con las iniciales «CD» y completa algunos de los looks. Una maravillosa actuación de los gaiteros del National Piping Centre, con el apoyo del compositor Oliver Coates, aportó aún mayor encanto y emoción a este viaje escocés ajeno al paso del tiempo. |