UN FLORECER
DE COSTURA

CON OCASIÓN DE LA NUEVA EXPOSICIÓN DIOR. JARDINS ENCHANTEURS, «DIOR. JARDINES ENCANTADORES», ORGANIZADA ESTA PRIMAVERA EN EL MUSEO CHRISTIAN DIOR DE GRANVILLE, LA MAISON PRESENTA UN LIBRO QUE REFLEJA UNA PASIÓN INCONDICIONAL POR LA NATURALEZA CULTIVADA TANTO POR MONSIEUR DIOR COMO POR SUS SUCESORES. UN JARDÍN REPLETO DE FUENTES DE INSPIRACIÓN. POR TANCRÈDE BONORA.

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© TIERNEY GEARON

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«La colección de invierno se concibe en la época de las lilas y las cerezas, y la de verano cuando caen las hojas o los primeros copos de nieve», explica en sus memorias Christian Dior en una declaración de amor hacia las flores y el ciclo de las estaciones, en los que tan a menudo se inspiró para diseñar sus colecciones. No en vano pasó su infancia en Normandía, en la villa Les Rhumbs, en Granville, rodeado por una exuberancia de lirios y rosas. En aquel lugar iniciático germinó el alma de un jardinero que más adelante, convertido en modista y perfumista, hizo eclosionar las indispensables líneas Muguet y Tulipe, «Muguete» y «Tulipán». También gestó los vestidos de tarde Vilmorin y Andrieux, referencia a los catálogos de herboristería que ojeaba en su niñez, en los que iba desgranando el nombre de todas las variedades de flores, sus futuras musas.

Para su primer desfile, el del icónico New Look de 1947, diseño la línea Corolle, «Corola», con vestidos cuyo corte sugiere una flor colocada boca abajo y un despliegue de pétalos. Ese poético hilo de Ariadna no había hecho más que empezar a extenderse, y de una creación a otra ha dado vida a maravillosas «mujeres-flor». Por ejemplo, violetas de lana bordadas salpican el vestido de verano Fleurette, «Florecilla», el tapón del perfume Diorissimo se adorna con un ramo dorado con pan de oro y un traje de tarde de muselina adopta el nombre evocador y bucólico de Trèfle à quatre feuilles, «Trébol de cuatro hojas». Y siempre, invariablemente, el muguete, el amuleto de la suerte que adornaba el ojal de su chaqueta, presente en todas sus colecciones.

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DIOR HERITAGE COLLECTION, PARIS, © SØLVE SUNDSBØ

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© JEAN CHEVALIER/ELLE FRANCE

Más allá del gusto que Christian Dior cultivaba por la botánica y el paisajismo, el libro Dior. Jardins enchanteurs*, publicado por la editorial Rizzoli, muestra cómo los sucesivos Directores Artísticos de la Maison han hecho suya esa influencia fundamental, matriz fundacional. Es una invitación para (re)descubrir las siluetas de Dior desde 1947 hasta nuestros días a través de mil anécdotas fascinantes que se ilustran con fotos de archivo, campañas publicitarias y preciosos figurines.

La silueta Miss Dior, creada por Monsieur Dior para la colección de primavera-verano 1949, establece un diálogo entre el pasado y el presente, convertida en una inagotable fuente de inspiración para sus sucesores. Su nombre no solo evoca la primera fragancia de Parfums Christian Dior, que al modista-fundador le gustaba vaporizar en los salones del 30 Montaigne, sino que también remite a muchos modelos excepcionales de Maria Grazia Chiuri. Es un homenaje eterno a Christian Dior, para quien la costura era un florecimiento, una celebración de la prodigiosa capacidad de la naturaleza y la moda para regenerarse y renacer constantemente: «[La creación] es comparable a la primera frambuesa o el primer muguete. Es una adelantada a su tiempo, y siempre es inédita. Es la que mañana, por la forma en que será llevada, se convertirá en la moda de París, en la moda del mundo». Esta obra aparece en plena primavera, en abril de 2025.

*Por Philippe Deliau, Barbara Jeauffroy-Mairet, Amy de la Haye, Vincent Leret, Brigitte Richart y Coline Zellal.

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