El oro
del tiempo

LA AÑADA 2022 DE L’OR DE VIE LE CÉRÉMONIAL, QUE CUENTA CON LA MAYOR CONCENTRACIÓN DE ACTIVOS DE YQUEM, LLEGA EN ESTE FIN DE AÑO. ASÍ ES ESTE PRODUCTO EXCEPCIONAL DE BELLEZA. POR FRANÇOISE-MARIE SANTUCCI.

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Como cada año desde hace una década, L’Or de Vie Le Cérémonial se presenta como una cura que combina tres tratamientos novedosos surgidos del mítico Château d’Yquem. La sutil combinación de un terruño extraordinario y una tecnología innovadora, pionera hasta límites insospechados, sigue marcando el paso en la esfera del Reverse Aging. La cosecha de 2022 no es una excepción.

Sus beneficios prodigiosos proceden de la investigación Dior y de los ingredientes más escasos y preciados, 90 % de los cuales son de origen natural. Se trata de activos que se extraen en cada cosecha anual del hollejo de las uvas y la savia de los sarmientos de la parcela más pequeña de Yquem, para dar lugar a unos resultados extraordinarios. Una multitud de moléculas interviene en la ralentización de la oxidación de la epidermis y refuerza la longevidad de las células. Aumenta también la elasticidad de la piel, así como su densidad, la fuerza de la barrera cutánea y su inmunidad.

Esta tecnología visionaria recibe el nombre de Golden Drop Longevity, es decir, «longevidad de la gota dorada». Es una fórmula poética, pero ante todo plenamente justificada, pues los principios activos de L’Or de Vie Le Cérémonial están impregnados con oro de 24 quilates.  Esa «gota dorada», revestida con todas las virtudes de la regeneración y el brillo, mantiene sus promesas. Tras un mes de aplicación, la piel del rostro luce con el halo de un aura nueva, de una juventud recobrada; los mecanismos biológicos de la piel funcionan como si tuviera 20 años menos.
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Así, la longevidad tiene su propio ritual. También sus placeres. La forma en que se funde L’Or de Vie Le Cérémonial es única, con una sensorialidad increíble y una textura evolutiva, y ello debido a que esta cura, con sus tres tratamientos, tiene tres fases diferenciadas: la primera está destinada a rebajar el estrés oxidativo de la piel con objeto de nutrirla y reiniciar la regeneración de las células; la segunda revitaliza la epidermis y la dota de mayor elasticidad para dar lugar a un verdadero efecto de estiramiento facial; para terminar, la tercera concluye el tratamiento de belleza consolidando la acción de la «gota dorada» y aportando un confort cutáneo inigualable.

Como tríptico sublime que son, estos tres frascos de excepción se presentan en un estuche-cofre numerado –como dorado con oro fino– acompañado de un gua-sha*. La corona de Yquem, como el emblema de un lujo regio, pone su sello en este símbolo de la excelencia. Es un recordatorio constante de que el vino de Yquem, joya de esta fabulosa finca bordelesa desde hace cuatrocientos años, fue propiedad de reyes, se sirvió a zares y recibió elogios por parte de emperadores. Es un oro divino.
* Pequeño guijarro de jade blanco que ayuda a aplicar delicadamente Le Cérémonial en la piel.
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