La poesía
de la primavera

COMO EN UN CANTO A LA BELLEZA MARAVILLOSA QUE NOS BRINDA LA NATURALEZA, DIOR MAISON PRESENTA UNA LÍNEA DEDICADA A LAS ARTES DEL MENAJE DE HOGAR CON UNA VAJILLA EN LA QUE APARECEN, PINTADAS A MANO, LAS FLORES PREFERIDAS DEL MODISTA-FUNDADOR. SE TRATA DE UN PRECIOSO SAVOIR-FAIRE QUE SE EXPRESA CON PALABRAS E IMÁGENES.

Fashion - NEWS DIOR MAISON SAVOIR FAIRE PEINT MAIN
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© Pan pan

En un despliegue de flora y fauna espectaculares, rosas, tulipanes, amapolas, orquídeas, setas, mariposas y criaturas marinas invitan a tomarse un momento de descanso, reflejo del arte de vivir que tanto apreciaba Christian Dior. Juegos de té o café y platos de todos los tamaños componen un jardín de ensueño en el que la magia de cada detalle, de cada destello de luz, hace que resplandezca el esplendor de la naturaleza.

De entre todas las flores, Christian Dior prestó especial atención a una de ellas: la rosa. La Maison Dior lo celebra en una colección que lleva el icónico nombre de Roseraie, «Rosaleda», en homenaje a la de la villa Les Rhumbs, en Granville, la casa de la infancia del modista-fundador; un tesoro de verdor que su madre, Madeleine, cuidó con el mayor mimo. En estas piezas de porcelana la reina de las flores se despliega majestuosa, desde el capullo inicial hasta su espléndida madurez.

Una pintora se ha encargado de trazar los dibujos con gran arte y precisión para dar vida a un ramillete de realismo irresistible. Para empezar coloca una plantilla de estarcido, a través de la cual, con un tampón, aplica polvo de carboncillo para hacer que el motivo aparezca en transparencia, con finura. A continuación, con una pluma y gestos delicados, perfila las líneas más finas. Llegan después los primeros toques de color, que son los más claros, para dar lugar a un precioso telón de fondo sobre el cual, tras una primera cocción, se sucederán las pinceladas.

En una danza hipnótica de matices suaves pero contrastados, de imágenes rítmicas y vivaces, surge un paisaje que parece real, como una foto. No hay modelos predeterminados, sino «el movimiento de la vida», como le gustaba decir a Monsieur Dior, para reproducir las singularidades de cada flor, su esencia más pura. Es un cuadro vivo, perfecto, como mecido por el viento. Para rematar la elegancia de cada artículo, dos ribetes dorados lo completan entrelazándose entre hojas y pétalos. En una sorpresa final, cada pieza lleva inscrita en el dorso su poético título, como por ejemplo Rose Tendre, «Rosa tierna», junto con la mención Peint à la main, «Pintado a mano».

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© LAORA QUEYRAS

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