Espléndido 
renacimiento
en Florencia

Después de Taormina y el lago de Como, ha sido Florencia, capital de las artes europeas, la ciudad escogida para acompañar con todo su esplendor las magníficas creaciones de alta joyería de Victoire de Castellane. Su colección única, titulada Diorama, realza aún más las siluetas Dior diseñadas por Maria Grazia Chiuri, cantos de alta costura para entregarse a una deliciosa dolce vita. El resultado fue una aventura incandescente. Por Marie Audran

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* Ya en los inicios de la Maison, los emblemáticos motivos de la tela de Jouy revistieron la primera tienda Dior, que se llamó Colifichets. Sus dibujos son una expresión del arte de vivir francés, un símbolo del siglo XVIII y un testigo privilegiado del fulgurante éxito de Christian Dior. Siguiendo el consejo del artista Christian Bérard, gran amigo del modista, a la hora de decorar aquel establecimiento icónico y pionero las paredes y los mostradores se cubrieron con ese excepcional tejido ornamental, imprimiendo así una marca Dior a la que desde entonces han dado continuidad, a lo largo de las colecciones, los directores artísticos que se han sucedido en la Maison. Ahora, por primera vez, también lo ha hecho Victoire de Castellane.

El pasado mes de mayo, Victoire de Castellane presentó el capítulo inaugural de su colección Diorama & Diorigami envuelta en la mágica luz de Toscana, en el claustro de la basílica de Santa Maria Novella, joya gótica que alcanzó su esplendor artístico con el Renacimiento florentino y que posiblemente contó con los geniales pinceles de un joven Miguel Ángel. En ese magnífico entorno, un frondoso jardín recibió a los invitados privilegiados que asistieron a la presentación de esta línea excepcional, celebración de la belleza plural de la naturaleza que tanto supo apreciar Monsieur Dior. 

La Directora Artística de Dior Joaillerie ha acudido por primera vez a la tela de Jouy, código icónico de Dior desde 1947* y emblema tradicional del savoir-faire francés, poblándola con una flora y una fauna fantásticas. En ese bosque de cuento de hadas viven animales traviesos que a veces se ocultan tras los arbustos. El arte figurativo de las joyas Dior se despliega con detalles espléndidos, fabulosamente vivos, esbozados con gemas de tonos resplandecientes. «El valor de las joyas está en su color, iluminan el rostro», escribió Christian Dior. Este concepto estético se encarna como nunca en una naturaleza narrativa de Alta Costura, divinamente multicolor, que teje una trama brillante con preciosos juegos de luz. Son cuadros exquisitos en los que, aquí, un conejito dorado salta a un arbusto con pavé de resplandecientes diamantes y allá dos lechuzas revolotean entre ramas adornadas con el arrebol de los rubíes mientras unos cisnes majestuosos surgen en un lago rodeado de zafiros. También hay una ardilla y un cervatillo, ambos animados por la intensidad de la crisopasa.

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© Louise & Maria Thornfeldt

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© Louise & Maria Thornfeldt

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© Louise & Maria Thornfeldt

Ese maravilloso escenario se completa con hojas de oro amarillo o rosa y se funde entre tupidos setos y parterres de flores con preciosos pétalos. La laca, con un procedimiento que lleva el sello de Dior Joaillerie, embellece esa variedad de tonos y desvela una paleta de color de gran intensidad, como el verde profundo de la esmeralda armonizado con el verde más suave de los granates tsavorita.

Viendo esos collares y anillos, pendientes y earcuffs, cinturones y tobilleras, piezas únicas que maravillaron entre rosas envueltas en el arrebatador perfume de los naranjos en flor, era imposible obviar las pinturas, frescos y otras obras maestras de inmortales artistas italianos adornadas con los mismos matices cromáticos. La sensación de encantamiento era ajena al tiempo, y tenía de fondo el sonido melodioso de la música clásica interpretada en directo, en el frescor embriagador de aquel edén extraordinario. Las siluetas Dior de Maria Grazia Chiuri realzan estas joyas extraordinarias y rinden homenaje a una exquisita dolce vita: pantalones capri neoxisties, irresistibles bustiers Bar, jacquards de inagotable delicadeza, tejidos de falla moiré y faldas tornasoladas. Ese fascinante diálogo plasmaba un viaje imaginario entre París y Florencia, un arte del sueño.

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© Adrien Dirand

Diorama & Diorigami: quintaesencia de las artes de la joyería según Dior

Diorama, primer capítulo de la nueva colección de alta joyería diseñada por Victoire de Castellane, es una cumbre de la belleza en la que el arte y la artesanía de los oficios de Dior se puso de manifiesto, con toda su excelencia, en Florencia. El segundo acto acaba de presentarse: Diorigami, interpretación joyera de ese arte japonés del papel doblado, y también del arte del plisado, técnica de costura que Dior nunca ha dejado de realzar desde el nacimiento de la chaqueta Bar conjuntada con su falda, perfectamente plisada. Para reproducir ese emblema de la elegancia, el taller ha puesto su prodigiosa destreza al servicio de la inagotable creatividad de la Directora Artística. Los bordes de las piezas se han engastado, lacado y trabajado para que se conviertan en un motivo con entidad propia en la joya. De este modo, en los aderezos surgen decorados más abstractos y geométricos, siempre inspirados en la naturaleza, con su fauna y su flora. Aves y flores que gustaban a Monsieur Dior surgen entre las fecundas composiciones con gran variedad de piedras de color y contrastes alegremente dinámicos; arquitecturas, siempre, soberbiamente virtuosas.

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