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© Jill Mead/Guardian/Eyevine

Reina de Harlem: Faith Ringgold

Antes de dejarnos el pasado mes de abril, la artista y activista afroamericana Faith Ringgold ideó una instalación única para el desfile Dior de alta costura otoño-invierno 2024-2025 celebrado en el museo Rodin de París. El proyecto, un canto a la libertad y a la fuerza de las mujeres, surgió del formidable diálogo creativo que se venía tejiendo con Maria Grazia Chiuri desde 2022. Semblanza de Tancrède Bonora.

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© Adrien Dirand @faithringgold @acagalleries

Tonos planos con los colores de la bandera panafricana y textos feministas acompañan el paso cadencioso de las modelos, vestidas con drapeados antiguos y faldas de jacquard moiré. La Directora Creativa de las líneas femeninas de Dior redescubrió en 2022, en Nueva York, el trabajo de Faith Ringgold1 y se apasionó por su obra contestataria, que defiende una visión política del cuerpo femenino.

Esta figura resplandeciente, ignorada por mucho tiempo en el mundo del arte, posee el encanto discreto y la tranquilidad de quienes han entregado su vida a la lucha y, además lo han hecho con un suplemento de alma. Pincel en ristre, Faith Ringgold dedicó su vida a denunciar el racismo y el sexismo de una sociedad que asfixiaba a las mujeres, sobre todo si, además, eran artistas y negras. Nació en Harlem en 1930, hija de una costurera y un camionero. Por entonces, Estados Unidos tenía en vigor leyes segregacionistas. Enseñó artes plásticas en los colegios desfavorecidos de su barrio; décadas después fue nombrada profesora emérita en la Universidad de California, en San Diego2.

1 Tras aquel apasionante encuentro, la Maison Dior dio carta blanca a Faith Ringgold para reinventar el icónico Lady Dior con ocasión de la novena edición del Dior Lady Art.

2 Recibió 26 títulos de doctora honoris causa. En otro reconocimiento emblemático, el museo Picasso de París le dedicó en 2013 una exposición de gran envergadura titulada Faith Ringgold. Black is beautiful.

A principios de los años sesenta, impulsada por la efervescencia creativa de Nueva York, llamó la atención con su serie American People: cuadros militantes portadores de esperanza para toda una generación discriminada. Su combatividad permanecía intacta en 1999, cuando promovía el arte afroamericano en escuelas y museos con su fundación Anyone Can Fly. Faith Ringgold respondía a la injusticia social con el arte, que fue su estandarte. Lo hizo a través de creaciones sublimes de colores brillantes y lienzos monumentales. Cuando eso ya no le bastó, empezó a pintar en tela: así surgieron sus famosos thangkas, de inspiración tibetana.

Como una segunda piel. Vinieron también sus personalísimos quilts, colchas de patchwork en las que bordaba mensajes políticos. El primero de ellos, titulado Echoes of Harlem, data de 1980, y lo confeccionó junto con su madre, Willi Posey.

Convertida en escritora y conferenciante, mantuvo a lo largo de toda su vida el empeño de transmitir sus convicciones a los estadounidenses más jóvenes, y así firmó alrededor de quince libros destinados a la infancia. En 1971 llevó a su hija al Whitney Museum of American Art, situado en Manhattan. No se trataba simplemente de visitar una exposición, sino sobre todo de protestar, en voz alta y levantando una pancarta, por la falta de representación de las artistas negras en las colecciones de la institución.

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© Adrien Dirand @faithringgold @acagalleries

En París, con motivo del desfile Dior de Alta Costura otoño-invierno 2024-2025, las cartas Freedom Woman Now se convirtieron en una declaración universal por la igualdad de género. Inmensos mosaicos de hilo bordado bordearon la pasarela y rindieron homenaje a los vínculos que unen deporte, moda y arte. El desfile fue, sin duda, un manifiesto, un juramento amoroso: por una mujer libre, independiente y sin las ataduras de un mundo que la juzga u oprime, como una oda a la rebelión que recuerda las palabras de Christian Dior: «Las obras de arte me llenan y me dan confianza. Me gusta sentir su prolongación en mí».

Cuando el último vestido anunció el final del desfile con su drapeado tornasolado, Faith Ringgold ya nos había dejado, a los 93 años. El público se pone en pie y sus palabras resuenan en nosotros, grabadas para siempre: «No puedes quedarte esperando sentada a que venga alguien a decirte quién eres. Tienes que escribirlo, pintarlo y hacerlo».

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© Melinda Triana

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