LA BELLEZA
DEL GESTO

Maria Grazia Chiuri acude a la magia de los oficios y establece diálogos de ensueño con Karishma Swali, directora de los talleres Chanakya y fundadora de la Chanakya School of Craft, en Bombay. Las dos mujeres, cuya gran amistad se remonta a hace más de treinta años, tienen en común el gusto por la excelencia y la voluntad de preservar una prodigiosa artesanía, el bordado; ambas, en común, exploran las múltiples dimensiones de ese arte maravilloso, entre tradición e innovación, en cada desfile de Dior. Con ocasión de la presentación de la colección Dior de prêt-à-porter otoño-invierno 2024-2025, la Directora Creativa ha perpetuado ese fértil intercambio y ha puesto de relieve la delicadeza del trabajo de la aguja, una danza no solo extremadamente precisa, sino también preciosa.

Los bordados, protagonistas dispuestos a hacer acto de presencia en todos los espacios por los que pueden expandirse, no solo reflejan las mutaciones y la desbordante inventiva que derrocha la colección, sino que además se convierten en una herramienta para representar una forma de libertad y creatividad de la que surgen el asombro, la poesía y la sofisticación.

Por ejemplo, infinidad de detalles oníricos completan un conjunto de falda por encima de la rodilla con chaquetilla corta. Esta obra de múltiples facetas puede asimilarse a un cuadro grandioso, un minucioso entrelazado de peonzas de facetas doradas y vidrio plateado del cual surge, en relieve, un sinfín de flores de pétalos armoniosos. Evocando el amor del modisto-fundador por la naturaleza y la botánica, este bonito conjunto está salpicado de cuentas nacaradas, sutiles puntitos resplandecientes que recorren toda la prenda. Esos trampantojos centelleantes son el fruto de una labor de extrema meticulosidad: el tejido se cose con virtuosismo inenarrable, y cada elemento está colocado con precisión en el lugar que le corresponde para que, poco a poco, surja el motivo. La vegetación, inagotable fuente de inspiración, se muestra aquí frondosa y destaca el legado siempre renovado de la Maison.

Simbiosis de la esencia de la Alta Costura y de las exigencias del prêt-à-porter, el conjunto cuenta también con acabados únicos, elementos de gran elegancia que subrayan con refinamiento el corte de la prenda. Los contornos del escote toman forma poco a poco: con una hipnótica coreografía de movimientos rigurosos, los elementos se van disponiendo, uno por uno, de manera regular y ordenada. Las puntadas, en un canto a la finura de la pasamanería, se encadenan alineadas para depositar once hileras de pedrería metalizada de reflejos irisados. Como adorno final, dos broches de espíritu barroco se realzan con largas hilera de canutillo retorcido y convierten a estos suntuosos ornamentos en joyas resplandecientes.

En esta fabulosa partitura colectiva se exaltan los vínculos profundos entre Dior y la India, cada cual con su patrimonio excepcional, que se entrecruzan y enriquecen mutuamente.

Metamorfosis del virtuosismo

A lo largo de las colecciones de Dior, los oficios artesanales siguen transformando cada modelo en un objeto de arte y deseo. La técnica evoluciona y la estética se moderniza, pero nada puede sustituir a la magia del gesto manual. En palabras de Monsieur Dior, «la mano humana (…) es insustituible, porque brinda a todo lo que crea algo que ninguna máquina puede aportar: poesía y vida»*. Eterno, el bordado resiste el paso del tiempo. Por ello, ahora más que nunca este método ancestral se ha convertido en el perpetuo compañero de la Alta Costura, pues comparte con ella el valor de la excelencia.