PARA RENDIR HOMENAJE A LA CREATIVIDAD Y POESÍA GOZOSA DE LA MAISON, DIOR MAGAZINE INAUGURA UNA NUEVA SERIE DE ARTÍCULOS. EL PRIMERO NOS GUÍA POR UNA EXPLORACIÓN DE ENSUEÑO HASTA LOS ORÍGENES DE UN DEPARTAMENTO ÚNICO, Y SE ADENTRA EN LAS FUENTES DE INSPIRACIÓN DE LA COLECCIÓN CD ENTRELACÉ.
«Vivir en una casa que no se te parece es como llevar puesta la ropa de otro», decía Christian Dior, que siempre encontró en la decoración un medio de expresión maravilloso. Cuando abrió su primera tienda ideó un espacio que presentaba regalos y objetos de diversa índole, con una forma muy personal de compartir su fascinación por el arte francés de vivir. Aquel espacio, que se llamó Colifichets, nació en 1947, unos meses después de la fundación se su casa de costura en el número 30 de la Avenue Montaigne, y estaba dedicado a todo tipo de complementos: joyas, pañuelos, perfumes, artículos para caballero, bandejas de correspondencia, espejos y, en su sentido más amplio, al arte de obsequiar. |
Dado su éxito, en agosto de 1955 se trasladó al número 15 de la rue François-Ier, donde desarrolló su espíritu innovador con el impulso de Jean-Pierre Frère. Surgieron multitud de creaciones: candelabros, frascos para especias, porcelanas, quemadores de perfume, jarrones, farolillos de jardín… Un poco más adelante, en la década de 1970, florecieron las colaboraciones; las artes de la mesa y la decoración de interiores dieron lugar a un departamento con entidad propia, con líneas de regalos, porcelana, orfebrería, cristalería y ropa de hogar. En 1997 una mujer apasionada de gustos refinados, Doris Brynner (1931-2025), inyectó energía creativa y abrió nuevos horizontes. Con su experiencia viajera por el mundo aportó su mirada experta, una visión moderna y una sensibilidad distintiva seleccionando piezas singulares, tesoros de delicada artesanía. Nunca dejó de engrandecer ese universo estableciendo conexiones cautivadoras entre el savoir-faire de diversos oficios y la moda. |
En 2017 Cordelia de Castellane se convirtió en la Directora Artística de Dior Maison y tomó los códigos emblemáticos –el cannage, la estrella, el muguete, la abeja, el trébol o incluso las rayas– para ofrecer una relectura del legado de Dior. Ha perpetuado el sentido de la elegancia con el que Christian Dior decoraba sus residencias, en París, Milly-la-Forêt o Montauroux, en Provenza, y ha dado lustre a su ambición estética en sintonía con los tiempos modernos. |
Ahora ha presentado las iniciales «CD» en una combinación entrelazada de grafismo irresistible. Estampados inspirados en el arte abstracto se despliegan con tonos vivos y alegres en la línea CD Entrelacé, en mantas, cojines, libretas y bandejas. Joyeros y estuches para relojes en marquetería de paja completan esa selección exclusiva, y un vaciabolsillos fruto de una colaboración con la manufactura de esmaltes de Longwy, fundada en 1798, ofrece diversas variaciones cromáticas, entre ellas una que combina el oro de 24 quilates con platino y cobre rosa. Como sorpresa final, una tabla de surf disponible en cinco colores, cada uno de los cuales se ha producido en cuatro ejemplares numerados, se adorna también con ese logotipo rediseñado, promesa exclusiva de estilo. Estos modelos inéditos en edición limitada se pueden encontrar en determinadas tiendas Dior. Es una reinvención de la excelencia y el arte de vivir en todas sus formas. |