LA MAISON HA MOSTRADO INTERÉS DESDE SUS INICIOS POR LAS ALEGRÍAS QUE BRINDA EL DEPORTE, LA BELLEZA DEL MOVIMIENTO Y UNA NUEVA VISIÓN DE LA MODA. REPASAMOS MÁS DE SETENTA AÑOS DE CREACIONES, UNA EPOPEYA EXTRAORDINARIA JALONADA POR MOMENTOS INOLVIDABLES LLENOS DE EMOCIÓN. POR CÉLINE BOUYSSOUNOUSE.
«¿Qué sería este oficio hecho de vida y movimiento si tuviera que quedar fijado en maniquíes de madera?» se pregunta Christian Dior en Je suis couturier1. El impulso del cuerpo está inscrito en lo más profundo de la historia de la Maison; su entusiasmo inagotable y su efervescencia sirvieron de inspiración para el modista-fundador, quien emprendió una fantástica aventura inventiva. «Yo quería, sobre todo, cambiar el estilo general de la mujer, revitalizar su silueta. El tejido tenía que cobrar vida en los hombros; la cintura tenía que vivir bajo el tejido», explicaba. Apostaba por mantener cierta tensión entre la libertad y la restricción, como se constata en el diseño de faldas vaporosas con la cintura sublimemente entallada. |
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«¡QUÉ SERÍA ESTE OFICIO HECHO DE VIDA Y MOVIMIENTO SI TUVIERA QUE QUEDAR FIJADO EN MANIQUÍES DE MADERA!»
Con sus colecciones estableció conexiones imperecederas con el universo del deporte, compartiendo el deseo de llevar siempre más lejos la audacia y los sueños. El vestido Amazone3, que juega con los volúmenes y la caída de los drapeados, se presentó con la colección de otoño-invierno 1951-1952. En esta prenda se adivina una ingeniosa interpretación sartorial, recordando el traje masculino adoptado en el pasado por las mujeres que montaban a caballo. |
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Vínculos reinventados también en versión masculina, con colaboraciones extraordinarias |