Para hacerse una idea de quién fue Colin Jones basta con fijarse en las palabras que usa su sobrino para describirle: rebelde, explorador y autodidacta. Colin Jones se pasó la vida reinventándose e imaginando nuevas formas y cuestiones con las que comprometerse, crear y salir de los caminos trillados. Todo empezó en 1953, cuando ingresó en la Royal Ballet School. Colin Jones no era de los alumnos más destacados, pero sus impresionantes cualidades atléticas le llevaron a los escenarios. Descubrió la vida del bailarín: sus giras internacionales, el encadenamiento de papeles y el enorme nivel de exigencia. Desde muy pronto quiso documentarlo todo, sentía el impulso de contar y transmitir sus vivencias, sobre todo a su familia. La fotografía se convirtió en un medio para conservar la memoria de aquella experiencia artística. Practicó a solas ese arte, sin manual, sin escuela, simplemente guiado por su instinto. |
La libertad de sus fotos llamó a atención de la publicación The Observer, y Colin optó por dejar la danza para dedicarse al fotoperiodismo. A falta de conocimientos técnicos, compensaba sus carencias con una mentalidad muy abierta y una gran entrega hacia los demás. Hombre de gran convicción ética, además de estética, nunca dejó de reivindicarla. |