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© COLIN JONES / TOPFOTO.CO.UK

HOMENAJE A
COLIN JONES

Más allá de la figura tutelar de Rudolf Nuréyev, cuyo estilo incomparable y extraordinaria singularidad han sido una fuente de inspiración, Kim Jones ha recurrido a sus recuerdos más íntimos para destacar la obra y vida de su tío, el bailarín y fotógrafo Colin Jones. Por Boris Bergmann.

Para hacerse una idea de quién fue Colin Jones basta con fijarse en las palabras que usa su sobrino para describirle: rebelde, explorador y autodidacta. Colin Jones se pasó la vida reinventándose e imaginando nuevas formas y cuestiones con las que comprometerse, crear y salir de los caminos trillados. Todo empezó en 1953, cuando ingresó en la Royal Ballet School. Colin Jones no era de los alumnos más destacados, pero sus impresionantes cualidades atléticas le llevaron a los escenarios. Descubrió la vida del bailarín: sus giras internacionales, el encadenamiento de papeles y el enorme nivel de exigencia. Desde muy pronto quiso documentarlo todo, sentía el impulso de contar y transmitir sus vivencias, sobre todo a su familia. La fotografía se convirtió en un medio para conservar la memoria de aquella experiencia artística. Practicó a solas ese arte, sin manual, sin escuela, simplemente guiado por su instinto.

Sin embargo, aquel universo no le bastó. Tuvo la suerte de conocer y recorrer un mundo que estaba en plena reconstrucción y metamorfosis, tras la Segunda Guerra Mundial, y observar desde los márgenes sus movimientos y combates. Fue testigo de las luchas sociopolíticas de su época, y decidió captarlas a través de su objetivo.

D: Culture - Portrait - Colin Jones
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D: Culture - Portrait - Colin Jones
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Credit Image © Colin Jones / TopFoto + Crédit Musique © Max Richter  /  @maxrichtermusic + @studiorichtermahr

La libertad de sus fotos llamó a atención de la publicación The Observer, y Colin optó por dejar la danza para dedicarse al fotoperiodismo. A falta de conocimientos técnicos, compensaba sus carencias con una mentalidad muy abierta y una gran entrega hacia los demás. Hombre de gran convicción ética, además de estética, nunca dejó de reivindicarla.

Aunque dejó de practicar el baile, siguió unido a la danza de otras formas: su primera esposa, la estrella Lynn Seymour, fue una gran figura en el Royal Ballet, y gracias a ella conoció a Rudolf Nuréyev, que por entonces estaba en la cima de su fama. En 1966 la revista Time Life le pidió que acompañara al bailarín a lo largo de una jornada, para mostrar al público cómo era su día a día. Congeniaron. Los dos tenían el mismo sentido del humor, la misma picardía. Además, ambos habían aprendido a bailar y a vivir prestando atención a sus intuiciones. Totalmente libres, dejándose llevar. Aquel reportaje fue el punto de partida de una gran amistad.

Con esta oda sublime a Rudolf Nuréyev, Kim Jones rinde también homenaje a su tío, fallecido en 2021, cuya visión atípica y genuinamente audaz, impregnada de creatividad polifacética, no ha dejado de guiarle. El resultado es un homenaje profundamente conmovedor.

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