La esencia
de la elegancia

Sobre un fondo blanco marcado con un motivo geométrico, evocación de la trama dual de un tejido, se muestran 23 atuendos de alrededor de 5 m de altura reducidos, pese a sus grandes dimensiones, a la mínima expresión. Recuerdan el tamaño monumental de la indumentaria regia y la noción de poder que representan, por encima de la corporalidad y del tiempo. Esta instalación creada por la artista italiana Isabella Ducrot, llamada Big Aura, traduce la voluntad de Maria Grazia Chiuri de interesarse por el aura de una creación de Alta Costura y la forma en que se inscribe, por su exclusividad y autenticidad, en la memoria colectiva.

La Directora Creativa transmite esa metafísica a través de diseños que captan el alma del estilo Dior y sus mutaciones. Abrieron el desfile buen número de variaciones en torno a la gabardina, en las que destacaba la búsqueda de la línea pura con cortes precisos y hábiles juegos de construcción. El virtuosismo se apreciaba también en el rigor arquitectónico de trajes sastre de tweed y en la reinvención, absolutamente contemporánea, de la emblemática chaqueta Bar, que se combinó con una falda cruzada en una lanilla tornasolada. La Directora Creativa ha explorado los archivos de la Maison y ha regresado a la línea Profilée, creada para el otoño-invierno 1952; el modista-fundador se inspiró en «técnicas modernas» del siglo XX que demostraron su fascinación por los progresos industriales.

El diálogo entre pasado y presente también se hace patente en dos variaciones del vestido La Cigale: una preciosa versión palabra de honor en rojo cereza y otra en color negro, con faldones, en un tejido muaré. Con su cálida y luminosa energía, el icónico Miss Dior se muestra en una variante dorada por la que se despliega un fabuloso herbario bordado con cintas teñidas, hilos de oro, seda y joyas antiguas.

Ondulante y vivo, el muaré, trabajado con una artesanía prodigiosa que lleva la excelencia a un nivel superior, guía el desfile y se despliega en una paleta de matices cautivadores exaltados por sus reflejos irisados. Este tejido, tradicionalmente empleado para la confección de prendas relacionadas con la expresión del poder, realza abrigos de cuellos imponentes, faldas amplias de corte exagerado o pantalones y vestidos delicadamente drapeados que simbolizan la fuerza sagrada de la costura y la poesía infinita de la labor manual.