«No Dior, no Dietrich!». Así de tajante se mostró Marlene Dietrich en 1950 ante Alfred Hitchcock cuando aún no se había empezado a rodar Pánico en la escena, largometraje también conocido en algunos países con el título de Desesperación. Jean Cocteau fue el encargado de hacer las presentaciones entre el modista y la estrella; esta se convirtió en su ferviente y fiel amiga e impuso, por contrato y para las necesidades de su papel en el filme, que su vestuario tenía que ser de Dior. Consiguió salirse con la suya pese a la oposición del director y de la productora. ¿Qué mejor prueba que ese pulso del cual salió vencedora para que se haga patente la apasionada e indefectible complicidad entre la artista y la Maison desde sus orígenes? |
En 1951, Marlene Dietrich fue la encargada de entregar el Óscar a la mejor película extranjera, y lo hizo con un vestido entallado rebordado negro de Dior que dejaba entrever sus piernas, quintaesencia del glamour. Perfumada con Diorama, Marlene resultaba fascinante y maravillaba; años después se convirtió en una de las figuras inspiradoras de John Galliano, que le dedicó muchas de sus creaciones para Dior. |